¿ESCUCHASTE ALGUNA VEZ » ESTE NIÑO NO SIRVE PARA ESTUDIAR»? PERO ¿ESCUCHASTE TAMBIEN ALGUNA VEZ «ESTE NIÑO APRENDE LO QUE QUIERE»?
CUANTO ESFUERZO Y TIEMPO NECESITARÍAMOS PARA CONECTAR UNA ALARMA QUE NO CONOCEMOS? CALCULA UN POCO POR ENCIMA … ESFUERZO, TIEMPO, RESULTADO Y SENSACIÓN… Y PROBABILIDAD DE QUERER USAR TU TIEMPO EN ESA TAREA OTRO DÍA.
¿ Y SI CONOCIERAMOS ESE CODIGO UNICO?

LO VALIOSO DE HACER UNA VALORACIÓN COGNITIVA PROFESIONAL:
– Averiguar sus áreas intelectuales más desarrolladas, sus puntos fuertes, aporta un “lo que sí” que equilibra la situación de “lo que no”. Pasa de ser el chico de los suspensos a ser el chico que anda descubriendo las capacidades más altas que tiene y sus herramientas y sus técnicas, con lo que las asignaturas que se estaban suspensas pasan a estarlo “de momento”… La perspectiva cambia y con ello todo. Se pasa de la limitación a la posibilidad, de la puerta cerrada a la abierta.
– Es necesario poder sacar después de la valoración unas herramientas, unas formas, unos tiempos, unas técnicas de estudio personalizadas ( no prefabricadas estandarizadas). No se trata de si una técnica de estudio es mejor o peor sino de si es o no lo que ese chico, en ese momento de su desarrollo y ante esa dificultad necesita o no. Si sirve aquí y ahora y para esa persona con su funcionamiento en concreto. Es necesario que el tiempo de estudio sirva para lo que se emplea, que sea eficaz. Y tanto o más necesario que sea con el menor esfuerzo posible y sobre todo el menor tiempo posible. Porque el estudio de lo académico es solamente una de las áreas del aprendizaje de la persona. Es absolutamente necesario para el desarrollo que haya tiempo de aprender mediante el juego, la familia, los amigos, los animales, la naturaleza, las conversaciones, mediante experiencias, vivencias, probar, investigar, equivocarse, perderse, encontrarse, el estar con uno mismo, incluso mediante lo que en principio parece aburrimiento… Es necesario! Cuantas cosas grandiosas de nuestra vida salen de “ un día que estaba yo ahí…”.
– Si hay alguna capacidad que está comprometida, atascada en su desarrollo cuanto antes se sepa mejor: más posibilidades de ayudarle, más rápido se sabe el camino y se dejan de dar rodeos, antes se alivia al niño y a la familia, antes se destina tiempo útil a resolver eficientemente y el resto se libera, antes se resuelven las preguntas en vez de opiniones de cada uno desde la realidad del desarrollo del chico del que se trata y antes se acaban las etiquetas ( vago, despistado, no sirve para estudiar, le importa un rábano, lo hace por fastidiar….) que solo dejan al niño y su familia atrapados en un martirio de inviernos con deberes hasta la noche, y veranos de condicionar el descanso de todos. Si en algo no esta funcionando, algo le sucede, se averigua de forma profesional el qué, se ponen los medios más eficientes, el drama desaparece y el alivio y la alegría asoman. No tiene más. Salvo lesión orgánica, patología, etc… En un niño sano, no tiene más la cosa. Si se hace una buena valoración salta la tecla que hay que tocar. No tiene más.
– Sirve para conocer las mejores vías de entrada de conocimiento de ese chico en particular: En vez de darnos cabezazos contra una puerta cerrada busquemos las que están abiertas y desde dentro veamos como ayudar a abrir la cerrada. Averiguando en profundidad los funcionamientos cognitivos, de aprendizaje, del niño, cualquier materia se puede transformar cual plastilina si se tienen las herramientas para darle otra forma más adaptada a las vías de entrada de conocimiento que sí tiene el niño. Aprender a aprender.
– La eficacia de un plan, proyecto, programa, planing e incluso de las técnicas de estudio… quedará siempre marcada por cómo el niño lo viva: en las sesiones de valoración hay que emplearse en conocerlo en su subjetividad, en su desarrollo cognitivo, sus capacidades y encontrar por qué punta de todo esto tiene el esfuerzo un sentido para él. Desde ahí ya es coser y cantar. Y servirle para algo más que aprenderlos también y de últimas a tener un juicio propio sobre eso que aprende. Aprender a pensar.
– Si la valoración se hace desde una perspectiva cognitiva ( psicología del aprendizaje ) pero además con el espacio necesario para la subjetividad del chico ( psicología sanitaria del desarrollo) surgirán sus ideas, sus preocupaciones, sus miedos, sus ilusiones, sus deseos…: Contando con él será como tengamos opción a “arrancar el motor” en vez de tener que estar “remolcando” o “empujando”.
– Porque incluso un buen coeficiente intelectual general no cuenta a penas nada del desarrollo cognitivo de la persona: puede haber una capacidad que puntua muy alto y estar solapando que hay otras en un desarrollo o en un rendimiento muy bajo. Puede haber muchas áreas intelectuales en una puntuación media que entre todas difuminaban una capacidad que se ha quedado atascada por lo que sea en su desarrollo. Pueden ser muchas cosas. Es necesario hilar más fino, evaluar muy en particular, conocer a ese chico que no es igual a ningún otro y así encontrar sus formas de estudiar de un modo más eficiente.
– Tener buenas notas en unas asignaturas jamás significa necesariamente que se puedan tener en otras sin más, y menos aún, que haciendo lo mismo que con unas obtendremos el mismo resultado que con otras. En cada asignatura hay que poner en juego un conjunto de capacidades cognitivas diferentes a las de otra asignatura. Y técnicas de estudio diferentes.
– Repetir y repetir es entrenar en ser un reproductor… sin aprender a pensar, sin descubrir, sin adquirir un conocimiento que poder hacer propio y darle una utilidad, un sentido, un significado. El aprendizaje que no es significativo es una especie de engullir y vomitar pero no hay una digestión, no hay una adquisición que nutra.
– Si se averigua, encuentra, hace y vive de la forma adecuada lo que empieza como un fracaso se puede llegar a convertir en un alivio, una satisfacción, una alegría, un crecimiento personal significativo, que marca, que resuelve y que conlleva incluso en algunos casos el descubrir y despertar de capacidades de las en cuestión o de las que se van conociendo en el camino de este trabajo, que quizá ni se pensaban que estaban ahí…